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El 7 de julio (¡San Fermín!) comenzamos este señor viaje. 28 días para ir desde Pekín a Riga en tren, atravesando China, Kazajstán, Uzbekistán, Rusia y Letonia. Una de las muchas bifurcaciones de la Ruta de la Seda, hablando en plata.
Si Phileas Fogg y Marco Polo se hubieran ido de copas alguna vez, este viaje habría sido el órdago que se hubieran lanzado mutuamente antes de vomitar por cada esquina.
Le tengo ya echado el ojo a una cámara de alta definición, así que el documento gráfico resultante puede ser impactante y/o tenebroso cuanto menos.
Antes, toca conseguir todos los visados. Jodidísimo. Es lo único que puedo decir por el momento.