Se caga en todas y cada una de las bocas finlandesas cada vez que intenta comprender cómo funciona su móvil; cuando le da por cocinar deja la cocina somo si hubiera sido escenario de un atentado checheno; no es capaz de dormir sin desplegar todo un repertorio de ruidos grotescos, y si de él dependiera, le gustaría ser enterrado en chándal.
En otras cosas no será muy diestro, pero hay que reconocer que mi padre sabe sacarle partido a su huerta:
el Hulk Hogan de las hortalizas
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