Veo un avión estrellado, unos pilotos cuyos cadáveres quizá aún no hayan sido identificados, y gente clamando, exigiendo, atemorizada, aterrada ante algo que quizá, era sólo una mala jugada del destino; algo que tenía que pasar porque de lo contrario la estadística sería tán útil y fiable como el horóscopo del periódico.
Gente indignada porque un avión que sufrió una avería ya reparada no debía haber intentado despegar. En un avión revisado infinitas veces por personal altamente cualificado, supervisado por unos pilotos experimentados y a los que no les apetecía morir ese día, ni el siguiente, ni ninguno dentro de un avión.
Personas que cancelan sus inminentes vuelos al conocer la desgracia. Conversaciones de peluquería donde se despotrica contra todo y todos. «Menuda vergüenza de protocolos de seguridad». «Es que esto se veía venir y les da igual que haya muerto tanta gente».
Y no puedo evitar preguntarme cuántos de ellos han cogido alguna vez el coche con unas copas de más; cuántos de los que cancelaron su vuelo por miedo deberían haber llevado su vehículo hace meses a pasar la inspección y cuántos pisan a fondo el acelerador sin hacerse tantas pajas mentales.
Yo con que me toque el euromillones de esta semana…
si.
el mundo está lleno de mamones.
y no me refiero a los de los aviones
Lo hicimos, lo hicimos. Se nos descojonó la visita a Uzbekistán porque uno de nosotros llevaba pasaporte británico, pero a cambio pudimos ver Shymkent, Turkestán y San Petersburgo. Estoy haciendo tiempo hasta que encuentre un programa decente para editar los vídeos en alta definición y luego haré una megaserie de posts sobre el viaje.
PD: Mauro, ¿por qué no te has presentado a lehendakari?
Más razón que un santo.
En otro orden de cosas: ¿qué fue de ese viaje Pekín-Riga? ¿lo habéis hecho u os jodió la cosa lo de Rusia en guerra relámpago?
muy bueno axi!