De cuando estás tan aburrido en un viaje de seis horas que cualquier cosa te parece divertida y poética.
Archivo del Autor: Fai Da Te
ejercicio 1 edición de Final Cut Pro: efecto Ken Burns
Para el que no lo sepa, ya no trabajo en una imprenta. Ahora estoy haciendo un máster de edición de vídeo con Final Cut Studio en Madrid.
Y de vez en cuando colgaré algunos de los ejercicios que me haya hecho. Son eso, ejercicios para aprender a usar este programa en concreto, sin ninguna pretensión artística, así que ruego un poco de benevolencia, por Dios.
En este caso la finalidad era practicar el efecto Ken Burns (movimiento dentro de una imagen estática), con fotos de una ciudad cualquiera, con una duración de 40 segundos. Ea:
FICHA TÉCNICA:
Fecha: Diciembre de 2010.
Música: «Tänk att himlens alla stjärnor» de Hans Appelqvist.
Formato master: AVI DV.
la peor película de la historia
Digo yo que cada uno tendrá su película fetiche. Esa que vio en un momento complejo de su vida y que le dejó maravillado y/o/u aterrorizado por lo grotesco de las imágenes que se desplegaban ante sus atónitas retinas.
Oficialmente, la peor peli de la historia es “plan 9 del espacio exterior”, de Ed Wood, que recibió un maravilloso homenaje de la mano de Tim Burton en la película del mismo nombre.
Pero yo le voy a echar un par de huevas y plantarle cara a la oficialidad. Algunos de los que me conocen ya me han oído hablar de ella. Porque para mí, la peor película de la historia es sin duda alguna China O’brien. En YouTube puedes verla completa:
El argumento no puede ser más original. China O’brien (Cynthia Rothrock) es una oficial de policía que hace cumplir estrictamente la ley en su ciudad. No recuerdo cuál, pero me apuesto veinte céntimos a que es Detroit. Es asaltada en un callejón por un kinki, y para defenderse, dispara su arma reglamentaria, matando por error a otro kinki, esta vez menor de edad (que no sé qué pintaba escondido en aquella esquina oscura).
El caso es que China no puede vivir con ello y abandona el cuerpo. Se le enciende la bombilla, y decide regresar a su pueblo, donde su padre ejerce a duras penas de sheriff. Sí, a duras penas, porque cómo no, qué novedad, hay un cacique local que pretende imponer su ley.
Cuando el padre muere asesinado por un coche bomba, y sin esperar a ver si los de la ETA reivindican el atentado, China decide tomarse la justicia por su mano e imponer la ley a base de hostias al por mayor.
Dios, se me saltan las lágrimas. De verdad que es una historia tan atemporal que a Shakespeare debería caérsele la cara de vergüenza por no haberla plasmado en papel.
Digo que es la “peor” entre comillas, porque la escena en la que un esbirro recibe el impacto de una bola de demolición y queda ileso es difícilmente superable.
Ah, no, que me estoy equivocando. Esa escena pertenece a la segunda parte. Porque por Dios, es evidente que hubo secuela:
periodismo
Acabo de volver a leer un libro que me prestaron. Está escrito por Joseba Sarrionandia, —sí, el protagonista de la canción Sarri Sarri de Kortatu—y se titula «No soy de aquí» («Ni ez naiz hemengoa»). Se compone de una serie de apuntes, reflexiones y artículos; hay uno que me maravilla, se titula “periodismo”, y lo transcribo textualmente:
Napoleón Bonaparte estuvo recluído en la isla de Elba desde que abdicó en Fontainebleau en abril de 1814 hasta que en la primavera de 1815 reunió a su ejército y decidió volver a París.
Los titulares del diario Moniteur Universel a lo largo de todo aquel mes de marzo son realmente asombrosos, pues ofrecen un testimonio sin par del avance del ex-emperador:
9 de marzo: «El monstruo ha escapado de su destierro».
10 de marzo: «El ogro corso ha desembarcado en Cape Jean».
11 de marzo: «El tigre ha aparecido en la zona de Gap. Hacia allí se dirigen los ejércitos para frenar su avance. Su miserable aventura finalizará, como las de los delincuentes, en las montañas».
12 de marzo: «El monstruo ha llegado hasta la ciudad de Grenoble».
13 de marzo: «El tirano está ahora en la zona de Grenoble y Lyon. Todo el mundo está aterrado desde que él apareció».
18 de marzo: «El usurpador ha osado acercarse hasta un punto situado a sesenta horas de marcha de la capital».
19 de marzo: «Bonaparte se acerca con paso veloz, pero le es imposible entrar en París».
20 de marzo: «Napoleón llegará mañana a las murallas de París».
21 de marzo: «El emperador Napoleón está en Fontainebleau».
22 de marzo: «Ayer por la tarde su Majestad el Emperador hizo su entrada pública en las Tullerías. Nada puede superar este regocijo universal».
»
el Hulk Hogan de las hortalizas
Se caga en todas y cada una de las bocas finlandesas cada vez que intenta comprender cómo funciona su móvil; cuando le da por cocinar deja la cocina somo si hubiera sido escenario de un atentado checheno; no es capaz de dormir sin desplegar todo un repertorio de ruidos grotescos, y si de él dependiera, le gustaría ser enterrado en chándal.
En otras cosas no será muy diestro, pero hay que reconocer que mi padre sabe sacarle partido a su huerta:
Lekeitio
Astana
Astana, es la nueva capital de Kazakhstan o Kazajistán, como se prefiera escribir. Digo nueva porque hasta hace unos años la capital histórica siempre fue Almaty (se pronuncia Álmata), más al sur.
La ciudad se construyó sobre lo que era una pequeña localidad, y ese crecimiento tan brutal ha creado estampas realmente curiosas.
trabajo odioso + aburrimiento = pareidolia
Tuve una vez un trabajo tediosísimo. La mayor parte del tiempo consistía en ver cómo la máquina imprimía miles y miles de cartas con membrete.
E inevitablemente, llegaba el aburrimiento. Ocupaba el tiempo escribiendo tontás, limpiando, pero aún así, se me iba la cabeza de vez en cuando.
Los niños miran a las nubes y ven caballos, coches, peces, narcos decapitados. Ese fenómeno es conocido como pareidolia.
Yo una vez miré al suelo del taller, y lo vi todo empantanado. El balde que usaba para limpiar las planchas se había rajado, y el resultado era un charco bien grande:
Pero yo no veía sólo agua, veía ésto:
siete pecados
Entre 2000 y 2002 hice dos cursillos (Vídeo I, con Juanmi Gutierrez, y II con Aitor Álvarez) en el centro cultural Larrotxene, en Donosti.
En el segundo curso, nos centramos casi todo el año en realizar un documental, Siete Pecados. En él, teorizábamos sobre quiénes serían los pecadores de hoy en día si esa escala moral siguiera vigente.
Eran siete capítulos, pero en los que participé más activamente fueron estos dos. Viéndolos ahora, cualquiera diría que éramos titiriteros de la ceja, pero en aquel momento lo éramos todos.
FICHA TÉCNICA:
Fecha: mayo de 2002.
Realización, edición y grabación: alumnos del curso Video II de Larrotxene Kulturetxea.
Localizaciones: Donostia-San Sebastián, Madrid.
Formato master: Avi DV. Resolución 720×576 píxeles.
Todos los derechos pertenecen a Larrotxene Kulturetxea y Donostia Kultura.
la ética y la balanza
Juguemos a un juego mu gonito y mu divertido. Aderezado con cuarto y mitad de demagogia, por qué no. El juego se llama la ética y la balanza.
La finalidad del juego es elegir cómo ahorrar 15.000 millones de euros.
Cojamos una balanza. En un lado, pongamos el sueldo de tres millones de funcionarios, las pensiones de seis millones de jubilados, todas las familias con dependientes a su cargo, los futuros padres, etc, y peguémosle un buen tijeretazo. Con ésta y alguna que otra medida, ganaríamos el juego.
En el otro lado de la balanza, estaría el patrimonio de un solo hombre: Amancio Ortega. 18.300 millones de euros que guarda bajo el colchón; o en billetacos de 500 dentro de la cartera; o en varias sociedades SICAV, de esas que tributan a un anecdótico 1%. Cojámosle los 15.000 millones y dejémosle los otros 3.300 para que pueda seguir pagando la ronda cuando le toque.
Y la otra parte que da título al juego tiene forma de pregunta, muy obvia, por otra parte: ¿Sería ético despojar a un hombre de casi todo su patrimonio -suponemos que ganado honradamente- si esos 15.000 millones parecen ser conditio sine qua non para salvar a todo un país?